Hay muchos tipos de héroes: los hay de ficción, históricos, novelescos y los que a mí, personalmente, me atraen mucho más: los héroes anónimos. Éstos últimos están poco reconocidos en nuestra sociedad pero son los que, con su granito de arena, hacen del mundo un lugar mejor.
El ser anónimo no significa necesariamente no tener nombre, al contrario, tienen un nombre que ya nos indica su personalidad; me refiero a los voluntarios. Son todas aquellas personas que, sin esperar nada a cambio, salvo satisfacción y crecimiento personal, dan lo único que tienen y lo único de lo que se pueden desprender: su tiempo.
En un mundo donde el tiempo es oro, el egoísmo es la religión imperante y el acordarse de los demás ha pasado ya de moda, dar nuestro tiempo es más de lo que cualquier héroe de ficción, histórico o novelesco pueda llegar a hacer.
Si no logras ver a ninguno de estos escasos héroes: observa bien, ya que su distintivo no es una capa ni saber volar, los reconocerás por su semblante feliz y una sonrisa en los labios. Ellos son los anónimos voluntarios.
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