domingo, 1 de marzo de 2009

La rentabilidad de la vergüenza

Año 1609; Felipe III decreta la expulsión de los moriscos de España. Tras 117 años de difícil convivencia, la expulsión se lleva a cabo hasta 1616. En esa fecha, termina la existencia de los mudéjares y de los moriscos en toda España.

Año 2009; tras siglos de silencio, ignorancia y vergüenza de unos hechos que ocupan la historia de España, vuelve de nuevo el sentimiento injusto de superioridad y xenofobia: una nueva expulsión, eso sí, a la manera democrática y “libre” a la que nos tiene acostumbrado el Estado Moderno. Me refiero a otro tipo de expulsión y trato de otras culturas, el mismo trato que están recibiendo todas aquellas personas llamadas por nosotros inmigrantes, y que tienen que aguantar diariamente intentos de integración y conversión a nuestra cultura, igual que hicieron sus antepasados, aquellos a los que nuestro “gran país” expulsó en 1609.

Muchos han sido los intentos por subsanar, si es que se puede, el error tan grande que se cometió hace ya cuatro siglos a través de leyes que intentan hacer más llevadera la tensión entre aquellos que no olvidan y aquellos que no quieren recordar; es el caso del Parlamento Andaluz, que en octubre de 2006 decidió exigir el acuerdo de los tres grupos parlamentarios mayoritarios para respaldar una ley que consentiría el acceso a la ciudadanía española a los descendientes de los moriscos.

Pero eso no ha sido todo, la cultura también ha querido rendirle “homenaje” a esa etapa negra en España, convirtiendo la vergüenza de un país en un producto cultural admirable; es el caso del musical “Mar i Cel”, que narra la historia imposible entre un morisco y una cristiana en el marco del fatídico año 1609.

Os dejo con la introducción de la obra de 1988 que es una de las pocas consecuencias culturales que ha sabido sacarle partido a la expulsión de los moriscos.


¿Será esto el nacimiento de otro musical basado en nuestra vergüenza presente?